Houston, tenemos un problema. ¿Cómo cambia el cerebro luego de un viaje al espacio?

Categoría: Sin categoría / fecha: 07-28-2021

El día 21 de Julio de 1969, y luego de cuatro días viajando desde nuestro planeta, Neil Armstrong se convertía en el primer ser humano en pisar el suelo lunar. Sin embargo, ocho años antes de aquel histórico viaje a la luna, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin era quien salía por primera vez al espacio exterior, orbitando durante 108 minutos la Tierra dentro de la nave Vostok 1.

Desde el viaje de Gagarin hasta la fecha, han sido más de quinientos los astronautas que han viajado al espacio, donde una parte de ellos lo ha hecho para estar algunos meses realizando investigaciones en la Estación Espacial Internacional (ISS por su sigla en inglés). Para llegar a este laboratorio estelar, los astronautas deben, en primer lugar, alcanzar la órbita, hecho que ocurre unos diez minutos después del despegue. Luego viene un período de orbitar alrededor de la Tierra un par de veces hasta encontrar la posición correcta para acoplarse a la ISS, terminando un viaje y acoplamiento en casi seis horas. 

En este nuevo ambiente espacial, las cosas son bastante distintas, ya que, muchas características “físicas” que son las que nos permiten realizar nuestras actividades diarias como caminar, correr, saltar o lanzar objetos, cambian drásticamente. Es por este motivo que los astronautas pueden “nadar” libremente dentro de la estación. 

Además, la ISS viaja alrededor de nuestro planeta a unos 28.000 Km/h por lo que puede rodear la Tierra unas 16 veces diarias (¡sí! Pueden ver 16 amaneceres e igual cantidad de atardeceres en un día).

¿Qué le sucede al cuerpo en el espacio?

Imaginen vivir confinados en un espacio reducido, con las mismas tres personas durante seis meses. Pareciera ser casi un Reality Show estelar grabándose a una altura promedio de 400 Km, en el que los astronautas participantes también son objeto de estudio. Pero, aparte de esto ¿qué sucede en nuestro cuerpo al estar sometido a las condiciones extremas del espacio? 

Diversos estudios señalan que estar expuestos a estas condiciones induce cambios en algunas estructuras cerebrales que están relacionadas con la conducta, la coordinación de nuestros movimientos y el control de nuestras emociones.

Los resultados de una investigación de investigadores de Bélgica, se basaron en el análisis de imágenes obtenidas por resonancia magnética (IMR). Esta es una técnica utilizada para obtener información sobre la estructura y composición de nuestro cuerpo. El IMR se aplicó a once astronautas, los que permanecieron por al menos seis meses orbitando la Tierra dentro de la Estación Espacial Internacional. Las imágenes fueron obtenidas dos días antes de sus respectivos viajes al espacio, continuando el estudio con una segunda toma de imágenes diez días después de volver a la Tierra y, finalmente, otra serie de imágenes siete meses después del retorno a modo de seguimiento. 

Modificaciones en el cerebro

Los cuatro años de investigación arrojaron como principal resultado que los viajes espaciales de larga duración producen aumento en el tamaño en las cavidades del cerebro llamadas ventrículos, las cuales, se encuentran comunicadas entre sí y es el lugar por donde circula el líquido cefalorraquídeo o LCR. Este aumento de tamaño se asocia a una variación de volumen del LCR, sustancia que tiene entre sus funciones la protección del sistema nervioso central, actuando como un amortiguador ante aumentos en la presión dentro del cráneo.

En los exámenes realizados siete meses después que los astronautas volvieran a la Tierra, se observó que estos cambios en el volumen disminuyeron, pero no lo suficiente para retomar a los parámetros normales, entonces ¿qué consecuencias tendrían, en los viajeros espaciales, estos valores aumentados? 

Algo que también se observó alterado fue la forma de los ojos y la precisión en la visión de los astronautas.  

Si bien este estudio nos demuestra que efectivamente las modificaciones en ciertas estructuras cerebrales ocurren en un viaje espacial prolongado, aún no está del todo claro cómo se producen estos cambios durante la estadía espacial, además, aún se desconoce el impacto en la salud a largo plazo y cómo se relacionan los cambios en los ventrículos con las anomalías detectadas en los ojos. 

Con estos antecedentes, sólo nos queda replantearnos si es posible viajar a Marte y desarrollar allí una población humana sostenible en el tiempo sin tener consecuencias negativas en nuestro organismo, sobre todo considerando que, con la tecnología actual, el tiempo en ir y volver a ese planeta es el triple de los días en que los astronautas de este estudio orbitaron la Tierra. Si Marte es la próxima frontera, se debe entonces seguir investigando por lograr ese siguiente gran salto para la humanidad.

Autor: Christian Poblete
Editado por: Victor Calbiague y Jesús Olivares

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