¿Por qué algunas personas son golosas?

Categoría: Sin categoría / fecha: 07-28-2021

Cuando pensamos en una hamburguesa con papas fritas, una torta, en un completo o cualquier alimento que nosotros consideremos “sabroso” se nos hace agua la boca, ¡Y no sólo cuando pensamos! ¡Sino que mientras lo comemos también! Nos sentimos satisfechos, sin embargo, no podemos parar de comer hasta que ya no quede nada en el plato.

Lamentablemente, nuestro país es uno de los países con más obesidad en Latinoamérica, y es que no es tan sencillo librarse de ello cuando los alimentos con más grasas y azúcares son también los más económicos y están al alcance de los niños. Además, nos hemos vuelto más sedentarios y eso contribuye enormemente al aumento de la obesidad en nuestro país.

Entonces, ¿Por qué comemos? ¿Comemos por placer o comemos para recuperar energía en nuestro cuerpo? Esta es una pregunta muy complicada y que sigue siendo materia de investigación.

El sistema nervioso regula la alimentación ¿Lo sabías? Cualquier desbalance en el sistema nervioso puede desencadenar grandes problemas en nuestra alimentación. Incluso se sabe que los estímulos que nos llevan a querer comer algo, por ejemplo un completo, y el deseo de querer comerlo involucran zonas diferentes en el cerebro ¿Qué hay en nuestro cerebro tras el deseo de querer comer algo rico? Esta es la pregunta que realizaron un grupo de investigadores.

¿Cómo realizaron la investigación? Esto quizás te suene como a película, pero los científicos usaron ratones modificados genéticamente, esto lo logran inyectándoles un virus que no les hace daño a los animales, y su única función es marcar neuronas de una zona específica del cerebro, llamada amígdala central, más conocido como el centro del placer. Los virus se utilizan en ciencias porque son altamente específicos, en este caso marcaron un tipo específico de neuronas que producen una molécula llamada prepronociceptina (desde ahora las llamaremos neuronas Pnoc+)-que está relacionada directamente con la sensación de placer.

Lo anterior lo hicieron para poder estudiar cómo funciona esta sustancia en 2 grupos de animales: un grupo de animales con dieta normal y otro grupo de animales con una dieta alta en grasas. ¿Qué les pasó a estas neuronas Pnoc+? Descubrieron que las neuronas Pnoc+ se activaban más en los animales que comían más grasas, y no sólo eso, sino que mientras más calorías consumían, más se activaban las neuronas. Esto nos da una idea de que el consumo de grasas activa el centro del placer del cerebro.

A continuación, los investigadores agregaron un tercer tipo de comida: comida normal pero modificada con un sabor amargo ¿Qué crees que encontraron? Durante el consumo de comida, hubo una gran activación de las neuronas Pnoc+. 

Estos resultados demostraron que sólo las neuronas Pnoc+ de la amígdala central fueron activadas durante el consumo de alimentos de distintos sabores, sin embargo, la mayor actividad ocurrió cuando los animales fueron alimentados con una dieta de sabor delicioso y alta en grasas. Estos resultados refuerzan los anteriores: una dieta alta en grasa activa más el centro del placer y sería “la culpable” de hacernos consumir estos alimentos y, además de esto, disfrutarlos tanto.

¿Qué pasa si se apagan experimentalmente las neuronas Pnoc+? ¿Seguirá activándose la amígdala central? ¿Dejarán de comer los animales? Aunque no lo creas, los científicos se las han ingeniado para apagar de forma específica las neuronas Pnoc+, relacionadas con el placer. El resultado fue sorprendente, ya que encontraron que, una vez que apagas las neuronas Pnoc+, los animales casi no comieron comida alta en grasa, sin embargo, la dieta normal no fue alterada y siguieron comiendo las mismas cantidades de comida. Esto quiere decir que las neuronas Pnoc+ están relacionadas con placer que sentimos cuando comemos comida alta en grasa y sabrosa, por lo tanto, promueven el consumo constante de estos alimentos, lo que trae consecuencias como aumentar de peso y la obesidad.

Todo esto nos permite entender como nuestros cerebros reaccionan de forma natural a una comida sabrosa dándonos fuertes deseos de comerla. Todos estos alimentos están al alcance de todos, por lo tanto, debemos controlar lo que comemos y por sobre todo, de vez en cuando tener fuerza de voluntad a la hora de decir “no tengo hambre” cuando nos ofrezcan un tentador bocadillo.

Autora: Francisca García
Editado por: Bárbara Cádiz y Jesús Olivares

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