La enfermedad de Alzheimer es un problema que afecta al cerebro de algunas personas, que se caracteriza por una disminución en la capacidad para procesar información (cognición). Esta dificultad suele ir acompañada, por una alteración del control de las emociones y la conducta, provocando dificultad para realizar actividades de manera independiente por las personas que la padecen. En palabras más sencillas, las personas empiezan a olvidar como realizar ciertas actividades, haciendo que no puedan a veces ni cocinar, ir al baño, o vivir solos.
Es importante mencionar que aún no existe una “cura” para el Alzheimer, pero sí hay diferentes factores que permitirían reducir el riesgo de sufrir esta enfermedad. Por ejemplo, tener una buena alimentación, dormir bien y las horas adecuadas, hacer deporte, son estilos de vida que pueden disminuir las posibilidades de sufrir esta enfermedad.
De acuerdo con la Fundación Estadounidense de Investigación y Prevención del Alzheimer, el ejercicio físico regular puede reducir el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer hasta un 50%. Incluso, realizar actividad física puede enlentecer el daño progresivo en aquellas personas que ya comenzaron a desarrollar problemas cognitivos.
Las personas con Alzheimer tienen principalmente problemas de memoria. Además, sus cerebros tienen beta-amiloide, una sustancia que se acumula, y que tiene finalmente un efecto tóxico en nuestro cerebro. Es por esto que los estudios de esta enfermedad buscan determinar la cantidad de esta sustancia en el cerebro. También se analiza el volumen de una zona del cerebro llamada “hipocampo”, lugar donde se procesa el aprendizaje y la memoria, y en donde el Alzheimer usualmente afecta de manera severa. En estudios anteriores, se encontró que el ejercicio regular disminuía la cantidad de beta-amiloide.
Este tipo de investigación en donde se estudia un posible tratamiento para una enfermedad se llama “ensayo clínico”, y habitualmente, antes de que se realicen estos estudios, se hacen investigaciones utilizando modelos animales.
Para entender cómo la actividad física es capaz de impactar de manera positiva a la enfermedad de Alzheimer se realizó un estudio en la Universidad de Shanghái (China) en el año 2019 y utilizaron un tipo de ratón que sufre de esta enfermedad.
Los científicos sometieron a estos animales durante 12 semanas a un entrenamiento denominado “de alta intensidad” (durante un tiempo específico corren muy rápido y en algunos descansos disminuyen la velocidad), y otro denominado “de mediana intensidad” (corren durante media hora a una velocidad moderada). Posterior a este entrenamiento, se evaluaba la memoria de los animales, y veían la cantidad de las beta-amiloides que presentaban sus cerebros.
Independientemente del tipo de ejercicio, los animales que sufrían Alzheimer mejoraron su memoria, y disminuyeron la cantidad de beta-amiloides que presentaban sus cerebros. Todo esto comparado con animales que no realizaron ejercicio.
Por otro lado, el ejercicio también mostró un impacto positivo en la función de las “mitocondrias”, las cuales son pequeños órganos (organelos) de nuestras células y son las que producen la energía para que éstas puedan sobrevivir. La actividad física disminuyó los niveles de diferentes sustancias tóxicas llamadas “radicales libres” que tiene un efecto negativo en nuestras mitocondrias llevando a que nuestras células mueran.
Finalmente, este estudio nos empieza a demostrar que realizar deporte no solo nos ayuda para regular nuestro peso corporal, sino también abre una nueva ventana para que funcione cómo un tratamiento para enfermedades que afectan nuestro cerebro. Sobre todo, sabiendo que en la actualidad aún no existe una terapia efectiva para esta enfermedad. Así que ya sabes, no importa tu edad, ya debes empezar a trabajar para disminuir el riesgo de sufrir esta patología y para eso debes alimentarte bien, dormir bien, y principalmente realizar mucho ejercicio.
Autor: Paula Mujica
Editado por: Víctor Calbiague y Jesús Olivares
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