Vas caminando por la calle y sientes el olor del perfume que recuerda las tardes en que compartías con un ser querido, inevitablemente te invade un sentimiento de nostalgia por esos momentos que quedaron atrás. O caminar después de la lluvia y sentir el olor de pasto mojado y recordar las tardes de juego de tu niñez ¿Cómo un olor puede hacer esto? Esto es explicado porque el olfato y la memoria están conectados en el cerebro. De hecho, cuando se desencadena una memoria por un olor, recordarás también todas las sensaciones que viviste junto a ese recuerdo. Ahora, ¿Cómo es que estos recuerdos son distintos a los no olfatorios? Los olores primero estimulan las neuronas olfatorias y pasan por un primer centro de procesamiento de los olores en el bulbo olfatorio. Cuando nos referimos que el olfato y la memoria están conectados es porque existe una conexión física, donde el sentido del olfato se conecta directamente a la amígdala e hipocampo, siendo ambas regiones del cerebro que forman parte del sistema límbico donde se procesan las emociones y la memoria. Además, el sistema límbico tiene conexiones con una zona del cerebro llamada corteza olfatoria, que también recibe información del sistema olfatorio y la procesa. La conexión entre todas estas regiones nos permite traer a nuestra mente ese recuerdo que es impulsado por los estímulos olfatorios que encontramos en el ambiente y, además de recordarlo, sentir potentes emociones junto al recuerdo evocado. Por lo tanto, a lo largo de nuestra vida, nuestro cerebro es capaz de almacenar una gran cantidad de olores y asociarlos con sentimientos y emociones, lo que se conoce como memoria olfativa. Así, gracias al olfato, podemos viajar hacia el pasado.